La Casa de los Capitanes de La Laguna acoge la exposición: “De cómo un traje se convierte en Símbolo”, donde se analiza la evolución del traje tradicional al traje típico, su historia y su por qué. La Muestra permanecerá abierta al público hasta el 31 de julio en horario de lunes a viernes de 10:00 a 13:00 y de 17:00 a 20:00 horas y los sábados de 10:00 a 14:00 horas.
La muestra ha sido inaugurada por el alcalde de San Cristóbal de La Laguna, José Alberto Díaz, con la presencia del vicepresidente segundo y consejero del Cabildo de Tenerife, Efraín Medina; la concejala de Fiestas, Atteneri Falero respectivamente, y los responsables de la misma, Juan de la Cruz Rodríguez, Luis Dávila Viera y Dulce Rodríguez de la Rosa, y también el autor del cartel de las fiestas, Marcos Díaz.
El alcalde destacó que “esta muestra se enmarca dentro de las fiestas en honor a San Benito Abad 2017, con la que se quiere difundir el valor de seguir una correcta vestimenta, de cómo se vestía antiguamente, dado que se trata de una de las señas de identidad canaria y una muestra del patrimonio inmaterial que es necesario preservar”.
En ese sentido, se incide en que si el público se pone un traje típico, se debe hacer con el mismo respeto que si vistiera un traje tradicional. En este caso, el apelativo de traje típico se refiere a aquellos modelos que se han estereotipado como prototipo invariable y único de un determinado lugar, según se explica en el programa de la exposición. Los trajes típicos son los más usados por la generalidad de la población, los que casi siempre se han vestido para representar a las Islas en cualquier conmemoración.
Además se recoge que estos trajes típicos tienen orígenes diversos, ya que algunos son transformaciones basadas en modelos tradicionales, a los cuales se les ha añadido o suprimido alguna de sus prendas. Otras veces se recargan de adornos y guarniciones por considerar que, tal como eran los modelos que los generaron, ofrecían una imagen pobre o austera.
En otras ocasiones, destaca el documento, su origen lo tienen en el diseño personal de alguien que, en un momento determinado, inventa un modelo y, por diferentes razones, arraiga en la población llegando a convertirse en el símbolo de una comunidad. Esta última característica es, quizá, la única indispensable para que un determinado atavío se convierta en traje típico: el que sea considerado por un colectivo más o menos amplio como su modelo más representativo, como uno de sus símbolos de identidad. Una vez que alcanzan esta categoría, los modelos se estandarizan a fuerza de ser repetidos y cualquier cambio o transformación es mal acogida por el resto de la comunidad.
La exposición cuenta con vestimentas originales de Néstor Francisco de la Torre que datan de 1934, una exposición de tocados de las siete Islas, calados, un retrato de José Antonio Pérez Cruz, grancanario y gran defensor de la indumentaria tradicional, así como cuadros de Luis Dávila.
La Muestra ofrece a su vez, una serie de consejos para utilizar de forma correcta un traje canario. En primer lugar, la vestimenta en la mujer se compone de varias piezas. La cabeza se recubre con un sombrero, que puede ser de diferentes formas ateniéndonos al tipo de vestimenta que usemos. Lo que sí se recomienda es que no se ponga colgado de la cintura o del cuello. Bajo el sombrero se suele poner un pañuelo. Luego, la camisa, sobre la que se coloca un justillo o corpiño, utilizado para ceñir el torso femenino. Las enaguas son una especie de combinación que no debe sobresalir nunca de la falda.
En relación con los delantales, estos tienen que llegar hasta las rodillas, en contraposición a la tendencia actual en los que se reduce bastante. La vestimenta se adorna con distintos complementos, especialmente los zarcillos de aretes o de gota.
El calzado, tanto en mujeres como en hombres, debe conformarse de materiales adecuados, por ejemplo cuero o piel. Desde luego, lo que no hay que utilizar nunca son los zapatos deportivos. En cuanto al hombre, un sombrero de fieltro negro que muchas veces es adornado en las romerías con estampas del santo patrón correspondiente.
El resto de la indumentaria se compone de camisa, generalmente de manga larga y de color crudo. El chaleco es una de las piezas más vistosas al estar bordado con ricos adornos figurativos, por lo que pierde la austeridad característica. Hoy en día prácticamente parece una auténtica chaqueta cuando debería ser mucho más corto, al igual que un chaleco normal. En el calzón hay que advertir que por lo general forma junto a los calzoncillos una sola prenda. Lo que constituye un pequeño error, ya que era normal en el campesinado usar indistintamente en las labores diarias el calzón o los calzoncillos, o las dos prendas juntas.
Para sujetar estas prendas se recurre el fajín, con una gran variedad de colores y modelos. Esta prenda no solo cumplía una función de sujeción, también de abrigo o de protección de la cintura, ante las duras faenas del campo. Y por último, las polainas, que pueden ser de lana o de cuero.