Al salir de la sala de Cuzco, subimos a la segunda planta por la escalera de piedra con cubierta que reproduce los artesanados de madera canaria.
Ya en la segunda planta, entramos en la sala dedicada a la cestería, con una gran barca al centro que recibe el nombre de totora por la fibra con la que ha sido realizada y que se utiliza para navegar en el Lago Titicaca, entorno a Bolivia y Perú.
La estancia agrupa una serie de piezas realizadas con fibras vegetales diversas: mimbre, caña, castaño, pírgano, junco, hoja de palma, paja de centeno, zarza o torvisca, más conocidas en Canarias y Península. Otras más propias del continente americano como la gadua, la caña flecha, el bejuco, el yare,…las técnicas y los objetos que se pueden hacer con ellas son múltiples, dependen sobre todo del uso. Es así como, tras la necesaria preparación, se elaboran canastos, sombreros, esteras y un largo etc. de piezas.
A la derecha, las vitrinas acogen el proceso de elaboración de cestas en afollado, castaño, paja y mimbre, así como las piezas más características de este tipo de artesanía: cestas de asa alta para sembrar y recoger las papas, las raposas que son cestos alargados y con tapas para vender los cerdos, o sin tapa y que se utilizan como medida en el campo, cestas para fruta….
A partir de la década de los 90, la cestería canaria se adapta a las nuevas necesidades y las cestas se convierten en lámparas, se hacen sombreros de castaño o recreaciones de piezas de alfarería como la talla para contener el agua.
Dejamos las vitrinas canarias y nos acercamos a la cestería indígena de las comunidades del Amazonas y Orinoco. Cestas y canastos para la recolección de frutos, para llevar la pesca o para transportar leña. Junto a la cestería aparecen tocados de plumas y objetos de madera como arpones, flechas y porta – flechas.
Una cesta que llama la atención es la que se hace con la fibra de güerregue, tejida para contener líquidos, gracias a su fina y apretada trama.