Con acceso directo desde el Claustro, entramos en la sala que aún conserva el techo con el envigado original tallado. En otros tiempos fue el refectorio o comedor de los frailes y hoy recoge la colección “Alfar y alfareros de España” donde se agrupa por Comunidades Autónomas, la alfarería más entrañable de todo el país.
Producción variada dedicada sobre todo a uso doméstico, hechas a torno o a mano, cocidas en horno, vidriadas o sin vidriar. Donde no sólo encontramos piezas tradicionales sino también de nueva creación.
Las vitrinas muestran todo tipos de cacharros que tenían su función en las antiguas casas de campo: alfarería para contener líquido y alfarería para el fuego. Cada zona se especializó en el empleo de sus propias técnicas que daban como resultado un tipo concreto de vasija, porrón o cántaro.
Así, la sobria alfarería de Moveros, la rica y elaborada cerámica de reflejos dorados de Manises comparten espacio con las piezas de los núcleos de tradición secular más destacados, tales como Puente del Arzobispo y Talavera de la Reina en Toledo, Paterna en Valencia, Lucena en Córdoba o la exposición de piezas de artesanos de renombre como Górriz de Teruel, Pedro de la Cal y Aguado de Toledo o Naharro de la Rioja, en definitiva esto es solo una breve reseña de lo que se puede encontrar a lo largo de la sala.
La zona dedicada a Canarias, con reproducciones de la cerámica aborigen, llaman la atención por la forma de los objetos y la aplicación de un vertedero que estaría relacionado con su uso, para ordeñar y luego verter la leche. Las piezas de mayor tamaño se reservarían para contener y almacenar el grano. Una pieza singular por su forma es el “Tofio o Tabajoste”, recipiente con vertedero, de fondo plano y con decoración, donde se recogía la leche del ordeño en Lanzarote y Fuerteventura.
De más reciente creación, son los tostadores de granos, tallas o bernegales para contener el agua, o los braseros hechos por las mujeres canarias, sin torno y cocidas en contacto directo con el fuego.